domingo, 29 de julio de 2012


Benedicto XVI exhortó a saciar hambre de Dios y no sólo necesidades materiales


VATICANO, 29 Jul. 12 / 09:25 am (ACI/EWTN Noticias).- En sus palabras previas al rezo del Ángelus, el Papa Benedicto XVI pidió a los fieles redescubrir la importancia de saciar no sólo el hambre material, sino, sobretodo, aquél más profundo de Dios, de la verdad y del amor a través de la participación en la Eucaristía, siempre de manera fiel y responsable.

Al dirigirse a los cientos de peregrinos reunidos en el claustro del Palacio de Castel Gandoldo, el Santo Padre explicó que “Jesús no es un rey terrenal que ejercita el dominio, si no un rey servidor, que se inclina sobre el hombre para saciar no sólo el hambre material, si no sobretodo aquel más profundo, aquel de Dios”.

“Pidamos al Señor que nos haga redescubrir la importancia de nutrirnos no sólo de pan sino de verdad, de amor, de Cristo, del cuerpo de Cristo, participando fielmente y con gran consciencia de la Eucaristía, para unirnos cada vez más íntimamente a Él”.

El Papa expresó que “el alimento eucarístico no es el que se transforma en nosotros, sino que nosotros somos los misteriosamente transformados”, y recordó que a través del Misterio de la Eucaristía “Cristo nos nutre uniéndonos a sí; nos atrae dentro de sí’”.

Al explicar el milagro de los panes, el Santo Padre señaló que “Jesús no nos pide aquello que no tenemos, pero nos hace ver que si cada uno ofrece lo poco que tiene, el milagro puede cumplirse siempre de nuevo: Dios es capaz de multiplicar cada uno de nuestros pequeños gestos de amor y hacernos partícipes de su don”.?

El Papa explicó, al comentar el Evangelio del día, que, luego de la escena de la multiplicación de los panes, Jesús explica en la sinagoga de Cafarnaúm que Él es “el ‘pan’ que da la vida”.

Con estas palabras, adelantó los hechos de la Ultima Cena, donde “tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados”.

“El hincapié sobre la temática del ‘pan’ que es compartido y sobre el dar gracias (eucharistesas en griego) recuerdan la Eucaristía, el Sacrificio de Cristo por la salvación del mundo. La mirada se orienta hacia la Cruz, el don total de amor, y hacia la Eucaristía, el perpetuarse de este don: Cristo se hace pan de vida para los hombres”.

Benedicto XVI remarcó que “para que el hombre pudiese comer el pan de los ángeles, el Señor de los ángeles se ha hecho hombre. Si Él no se hubiese hecho hombre no tendríamos su cuerpo; no teniendo el cuerpo propiamente suyo, no comeríamos el pan del altar”.

Por ello, el Santo Padre señaló que la Eucaristía “es el permanente gran encuentro del hombre con Dios, en el que el Señor se hace nuestro alimento, y se da a sí mismo para transformarnos en Él”.

?El Papa resaltó la humildad de la que el mensaje de Dios se sirve, y explicó que durante la escena de la multiplicación, es advertida también la presencia de un muchacho, que ante la dificultad de saciar a tanta gente, comparte con la multitud lo poco que tiene: cinco panes y dos pescados.

“El milagro no se produce a partir de nada, sino de un primer modesto compartir de aquello que un simple muchacho llevaba consigo”, subrayó el Papa.

Benedicto XVI señaló que “la multitud permanece atónita ante el prodigio: ve en Jesús el nuevo Moisés, digno del poder, y el nuevo maná, el futuro asegurado, pero se detienen ante el elemento material, y el Señor, ‘siendo consciente de que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña’”.

En su saludo a los peregrinos de lengua española, el Santo Padre quiso recodar especialmente a quienes están pasando por momentos difíciles o dolorosos, sometidos a duras pruebas, e invitó a todos “a acoger en este domingo la Palabra de Dios que la Iglesia nos propone en la liturgia”.

“Meditémosla con un corazón humilde y llevémosla a la práctica con sencillez. Que María, la Santísima Virgen, nos muestre siempre su amor de Madre”.

Finalmente, el Papa invitó a todos a orar “para que jamás falte a nadie el pan necesario para una vida digna, y que sean derribadas las desigualdades no con las armas de la violencia, si no con el compartir y el amor”. 

jueves, 7 de junio de 2012

Benedicto, Argentina te espera


Si quieres descargar la planilla para la junta de firmas te dejamos este link, puedes acceder a través de tu cuenta de slideshare o desde facebook. http://www.slideshare.net/generacionbenedicto16/planilla-b16


viernes, 1 de junio de 2012

Las familias del mundo junto a Benedicto XVI en Milán


Milán (Italia), 1 Jun. 12 (AICA) Familias de todo el mundo esperan al Papa en Milán.
“La familia, el trabajo y la fiesta”, es el lema del VII Encuentro Mundial de las Familias que se abrió el miércoles 30 de mayo en Milán, Italia, con un congreso teológico y pastoral, y desde hoy hasta el domingo vivirá sus momentos culminantes con la presencia del papa Benedicto XVI.
El Consejo Pontificio para la Familia, a cargo de la organización desde 1994, estimó que un millón de personas acudirán en estos días a esa ciudad italiana para participar del encuentro creado por el beato Juan Pablo II.
El cardenal Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana y arzobispo de Génova abrió las actividades con una lectio divina, en la que aseguró que "las familias llegadas desde todas las partes de la Tierra serán en estos días una profecía para el mundo. Dirán con la fuerza del testimonio la alegría de la vocación al matrimonio y a la familia, dirán desde los techos que la familia es el motor de la vida, que es el corazón que pulsa y es patrimonio de la humanidad".
En tanto, el cardenal Dionigi Tettamanzi recordó en su intervención la importancia de la economía al servicio de la familia, e invitó a "redescubrir y relanzar con conciencia y fuerza renovada la esencial dimensión familiar del trabajo humano".
Para este viernes por la tarde está prevista la llegada del Papa al aeropuerto de Linate, después hablará en la plaza de la catedral, el Duomo, y asistirá a un concierto en el famoso teatro La Scala, dirigido por el argentino Daniel Barenboim.
Mañana, sábado 2 de junio, el Papa se encontrará con religiosos y religiosas en el Duomo; irá al estadio de fútbol San Siro, con los jóvenes que se preparan para la confirmación; se entrevistará con autoridades y tras un discurso a los milaneses participará de la vigilia “Fiesta del testimonio".
El domingo 3 de junio, Benedicto XVI cerrará en encuentro con una misa en el aeropuerto de Bresso, en la que se espera una multitudinaria participación.

jueves, 31 de mayo de 2012

Benedicto XVI: El mundo tiene necesidad de oración


VATICANO, 26 May. 12 (ACI/EWTN Noticias) .- El Papa Benedicto XVI afirmó que el mundo está necesitado de oración, para lo cual es importante que son necesarios hombres y mujeres “que sientan la atracción del Cielo en su vida, que hagan de la alabanza al Señor un estilo de vida nueva”.
Al recibir a un numeroso grupo de miembros de la Renovación en el Espritu Santo en la Plaza de San Pedro, con motivo del 40 aniversario de su nacimiento en Italia, el Papa les exhortó a que sean cristianos gozosos y que no se cansen de dirigirse al cielo en oración.
Benedicto XVI indicó que “en la sociedad actual vivimos una situación en cierto modo precaria, caracterizada por la inseguridad y por el carácter fragmentario de las elecciones. Con frecuencia faltan válidos puntos de referencia en los que inspirar la propia existencia”.

“Por tanto, se hace cada vez más importante construir el edificio de la vida y el conjunto de las relaciones sociales sobre la roca estable de la Palabra de Dios, dejándose guiar por el Magisterio de la Iglesia”.
El Papa remarcó que en la actualidad, los fieles también están llamados a dar “un convencido, sincero y creíble testimonio de fe, estrechamente unido al empeño de la caridad”.
“Mediante la caridad, también personas lejanas o indiferentes al Mensaje del Evangelio logran acercarse a la verdad y convertirse al amor misericordioso del Padre celestial”.

El Santo Padre exhortó a los presentes a continuar testimoniando en sus vidas “la alegría de la fe en Cristo, la belleza de ser discípulos de Jesús, el poder del amor que brota de su Evangelio en la historia, así como la incomparable gracia que cada creyente puede experimentar en la Iglesia con la práctica santificadora de los Sacramentos y el ejercicio humilde y desinteresado de los carismas”.
Estos carismas, precisó Benedicto XVI, “deben ser utilizados siempre para el bien común”.
“¡No cedáis a la tentación de la mediocridad y de la costumbre! ¡Cultivad en el ánimo deseos altos y generosos! ¡Haced vuestros los pensamientos, los sentimientos y las acciones de Jesús!”, exclamó.

lunes, 28 de mayo de 2012

El Papa declarará Doctores de la Iglesia a San Juan de Ávila y Santa Hildegarda de Bingen


VATICANO, 28 May. 12 (ACI/EWTN Noticias) .- El Papa Benedicto XVI manifestó su gran alegría porque el 7 de octubre de 2012, al inicio del Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización, declarará a dos nuevos Doctores de la Iglesia: el español San Juan de Ávila y la alemana Santa Hildegarda de Bingen.
El Papa ya había anunciado su deseo de proclamar doctor de la Iglesia a San Juan de Ávila durante la pasada Jornada Mundial de la Juventud en Madrid (España), dejando pendiente la fecha para dicha declaración.
Antes del rezo del Regina Caeli ayer en la Plaza de San Pedro ante miles de fieles, el Santo Padre explicó que si bien ambos testigos de la fe vivieron en periodos históricos muy diferentes, "la santidad de la vida y la profundidad de la doctrina los hacen perennemente actuales". 
En efecto, continuó, "la gracia del Espíritu Santo, los proyectó hacia esa experiencia de penetrante comprensión de la revelación divina y de diálogo inteligente con el mundo que constituyen el horizonte permanente de la vida y de la acción de la Iglesia".
Sobre la santa, Benedicto XVI recordó que "Hildegarda fue monja benedictina en el corazón del Medioevo alemán, auténtica maestra de teología y profunda estudiosa de las ciencias naturales y de la música".
Juan de Ávila, prosiguió, fue un "sacerdote diocesano en los años del renacimiento español, participó en el afán de la renovación cultural y religiosa de la Iglesia y de la coordinación en los albores de la modernidad".
Al concluir su discurso, Benedicto XVI invocó la intercesión de Santa María, para que "obtenga que la Iglesia sea animada poderosamente por el Espíritu Santo, para testimoniar a Cristo con franqueza evangélica y para que se abra cada vez más a la plenitud de la verdad".

jueves, 24 de mayo de 2012

Benedicto XVI: Si estamos en el equipo de Dios estamos en el equipo ganador


VATICANO, 22 May. 12 / 11:01 am (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Benedicto XVI señaló ayer que si estamos en el equipo del Señor, estamos en el equipo ganador en la lucha del bien contra el mal que golpea al mundo en nuestros días.
Así lo indicó el Pontífice en sus palabras a los cardenales en un almuerzo ayer en la Sala Ducal del Palacio Apostólico Vaticano, agradeciendo las felicitaciones por su séptimo aniversario de pontificado y su 85 cumpleaños.
A continuación su discurso ante el decano del Colegio Cardenalicio, Cardenal Angelo Sodano, y los demás cardenales presentes:
"Eminencia, queridos hermanos
En este momento mis palabras solo pueden ser de agradecimiento. Agradecimiento, ante todo, al Señor por los años que me ha concedido, con tantos días de alegría y momentos estupendos, pero también con noches, que a pesar de ser oscuras, luego, en retrospectiva, se comprende que también las noches eran necesarias y buenas y motivo de agradecimiento.
Hoy las palabras ecclesia militans está un poco pasada de moda, pero en realidad podemos comprender siempre mejor que es verdadera, porque porta en sí la verdad. Vemos cómo el mal quiere dominar el mundo y cuán necesario es luchar contra el mal, que asume tantas formas de violencia y algunas veces se confunde con el bien, para destruir los cimientos morales de la sociedad.
San Agustín ha dicho que toda la historia es una lucha entre dos amores: amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios; amor de Dios hasta el desprecio de sí mismo, en el martirio. Nosotros estamos en esta lucha, en la cual es muy importante tener amigos. Y en lo que a mí se refiere, yo estoy rodeado de los amigos del Colegio Cardenalicio: son mis amigos y me siento en casa, me siento seguro en esta compañía de grandes amigos, que están conmigo y así estamos todos juntos con el Señor.
Gracias por esta amistad, gracias a usted Eminencia (Cardenal Sodano) por todo lo que he ha hecho por este momento hoy y por todo lo que hace siempre ¡Gracias por vuestra comunión en las alegrías y en los dolores! Vayamos adelante, el Señor nos ha dicho: ‘tengan valor: yo he vencido al mundo’. Estamos en el ‘equipo’ del Señor, es decir en el equipo ganador ¡Gracias a todos ustedes!"

domingo, 20 de mayo de 2012


Benedicto XVI: En la Ascensión nuestra humanidad es llevada a las alturas de Dios


CIUDAD DEL VATICANO, domingo 20 mayo 2012 (ZENIT.org).- A las 12 del mediodía de hoy, el santo padre Benedicto XVI se asomó a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el Regina Cæli con los fieles y peregrinos congregados en la plaza de San Pedro, y les dirigió unas palabras.
A continuación las palabras del papa antes de la oración mariana:

¡Queridos hermanos y hermanas!
Cuarenta días después de la Resurrección --según el libro de los Hechos de los Apóstoles--, Jesús asciende al Cielo, o sea retorna al Padre que lo había enviado al mundo. En muchos países este misterio se celebra no el jueves, sino hoy, el domingo siguiente. La Ascensión del Señor marca el cumplimiento de la salvación iniciada con la Encarnación.
Después de haber instruido por última vez a sus discípulos Jesús sube al cielo (cfr. Mc. 16,19). Él entretanto “no se separó de nuestra condición” (cfr. Prefacio); de hecho en su humanidad asumió consigo a los hombres en la intimidad del Padre y así ha revelado el destino final de nuestra peregrinación terrena.
Así como por nosotros descendió del cielo y por nosotros sufrió y murió en la cruz, así también por nosotros resucitó y subió a Dios, por lo tanto no está más lejano, sino que es “Dios nuestro”, “Padre nuestro” (cfr. Jn. 20,17).
La Ascensión es el último acto de nuestra liberación del yugo del pecado, como escribe el apóstol Pablo: “Subiendo a la altura, llevó cautivos” (Ef. 4,8). San León Magno explica que con este misterio “se proclama no solamente la inmortalidad del alma sino también la de la carne. Hoy de hecho no solamente estamos confirmados como poseedores del paraíso, sino también hemos penetrado en Cristo en las alturas de los cielos”. (De Ascensione Domini, Tractatus 73, 2.4: CCL 138 A, 451.453). Por esto los discípulos cuando vieron al Maestro levitar de la tierra y elevarse hacia lo alto, no sintieron una sensación de malestar, sino una gran alegría y se sintieron empujados a proclamar la victoria de Cristo sobre la muerte (cfr. Mc. 16,20). Y el Señor resucitado obraba con ellos, distribuyendo a cada uno un carisma para que la comunidad cristiana, en su conjunto, reflejase la armoniosa riqueza de los Cielos.
Lo escribe nuevamente san Pablo: “Repartió dones a los hombres... dispuso que unos fueran apóstoles; otros, profetas; otros, evangelizadores; otros, pastores y maestros... para la edificación del cuerpo de Cristo... hasta que lleguemos todos a la plena madurez de Cristo” (Ef. 4,8.11-13).
Queridos amigos, la Ascensión nos dice que en Cristo nuestra humanidad es llevada a las alturas de Dios; así cada vez que rezamos, la tierra se une con el Cielo. Y como el incienso cuando se quema hace subir hacia lo alto su humo suave y perfumado, así cuando elevamos al Señor nuestra fervorosa oración llena de confianza a Cristo, esta atraviesa los cielos y alcanza el Trono de Dios, y es por Él escuchada y satisfecha.
En la celebre obra de san Juan de la Cruz, Subida del Monte Carmelo, leemos que para “ver realizados los deseos de nuestro corazón no hay nada mejor que poner la fuerza de nuestra oración en lo que más le gusta a Dios. Entonces Él no nos dará solamente lo que le pedimos, o sea la salvación, sino también lo que Él ve que sea conveniente y bueno para nosotros, aún si no se lo pedimos” (Libro III, cap. 44, 2, Roma 1991, 335).
Supliquemos a la Virgen María para que nos ayude a contemplar los bienes celestiales que el Señor nos promete, y a volvernos testimonios siempre más creíbles de la vida divina.

viernes, 18 de mayo de 2012

Una nueva generación de católicos para renovar a la Iglesia, pide Benedicto XVI


VATICANO, 18 May. 12 (ACI/EWTN Noticias) .- Al recibir esta mañana a un grupo de Obispos de Estados Unidos, el Papa Benedicto XVI alentó a una nueva generación de católicos, sustentados en un fuerte patrimonio cultural y espiritual, que permita la renovación de la Iglesia.

Así lo indicó en su discurso al último grupo de prelados estadounidenses que realizan su visita quinquenal ad limina. En encuentros anteriores, diversos grupos de obispos subrayaron la importancia de preservar y fomentar el don de la unidad católica, como condición para el cumplimiento de la misión de la Iglesia en Estados Unidos.

Respondiendo a esta preocupación, Benedicto XVI se refirió en su discurso a la necesidad de incorporar a la Iglesia en Estados Unidos el patrimonio de fe y cultura aportado por los inmigrantes católicos.

El Papa alabó el trabajo realizado por la Iglesia americana para responder al fenómeno de la inmigración: "a comunidad católica de los Estados Unidos continúa, con gran generosidad, dando la bienvenida a oleadas de nuevos inmigrantes, proporcionándoles cuidados pastorales y asistencia caritativa, ayudándoles a regularizar su situación, especialmente por lo que se refiere a la reunificación de las familias".


"Un signo especial de ello es el duradero compromiso de los obispos estadounidenses por la reforma de las leyes de inmigración. (…) Es una profunda preocupación para la Iglesia, ya que implica asegurar el justo tratamiento y la defensa de la dignidad humana de los inmigrantes".

La Iglesia en Estados Unidos, dijo el Papa, está llamada a "abrazar, cultivar e incorporar el rico patrimonio de fe y cultura presente en los numerosos grupos de inmigrantes, incluyendo (…) el creciente número de católicos hispanos, asiáticos y africanos". 

"La tarea pastoral de fomentar una comunión de culturas dentro de las iglesias locales debe ser considerada de especial importancia en el ejercicio de vuestro ministerio al servicio de la unidad". 

"Esto supone algo más que respetar la diversidad lingüística, promover tradiciones sólidas y proporcionar los muy necesarios programas y servicios sociales. Implica también un compromiso de predicación continua, catequesis y actividades pastorales que busquen inspirar en todos los fieles un sentido más profundo de su comunión en la fe apostólica y de su responsabilidad en la misión de la Iglesia".

Benedicto XVI resaltó luego que "la inmensa promesa y las vibrantes energías de una nueva generación de católicos esperan ser destapadas para renovar la vida de la Iglesia y reconstruir el tejido de la sociedad estadounidenses".

Sobre la vida religiosa, el Papa dijo que "en nuestras conversaciones, muchos de ustedes han hablado sobre su preocupación para construir relaciones más estrechas de amistad, cooperación y confianza con sus sacerdotes". 

"Ahora, también, los aliento a permanecer particularmente cercanos a los hombres y mujeres en sus iglesias locales que están comprometidos a seguir a Cristo cada vez más perfectamente abrazando los consejos evangélicos".

Cuando el Vaticano ha ordenado una seria evaluación de la vida de las religiosas en Estados Unidos, el Santo Padre reafirmó su "profunda gratitud por el ejemplo de fidelidad y sacrificio personal dado por muchas mujeres consagradas en su país, y unirme en oración en este momento de discernimiento para que dé abundante fruto para la revitalización y fortalecimiento de sus comunidades en fidelidad a Cristo y la Iglesia, así como a sus carismas fundacionales".

"La urgente necesidad en nuestros días de testigos creíbles y atractivos del poder redentor y transformador del Evangelio hace esencial recuperar el sentido de la sublime dignidad y belleza de la vida consagrada, así como rezar por las vocaciones religiosas y promoverlas activamente", a la vez que se refuerzan los canales de comunicación y cooperación existentes en las diócesis.

El Papa expresó luego su esperanza de que el Año de la Fe, que comenzará en octubre, "despierte el deseo, en toda la comunidad católica de América, de reapropiarse, con alegría y gratitud, del inestimable tesoro de nuestra fe". 

Para concluir Benedicto XVI dijo que "con el progresivo debilitamiento de los valores cristianos tradicionales y la amenaza de un tiempo en el que nuestra fidelidad al Evangelio pueda costarnos cara, la verdad de Cristo necesita ser no sólo comprendida, articulada y defendida, sino también ser propuesta con alegría y confianza como la clave de la auténtica realización humana y del bienestar de toda la sociedad".

viernes, 4 de mayo de 2012

Benedicto XVI: La mayor pobreza es la falta de amor



VATICANO, 04 May. 12 (ACI/EWTN Noticias) .- El Papa Benedicto XVI alentó esta mañana a combatir la pobreza y la miseria en el mundo, y explicó que la mayor pobreza de todas y que debe combatirse en las personas, es la falta de amor.
Así lo indicó en su discurso en francés esta mañana a los cinco nuevos embajadores, no residentes, ante la Santa Sede: Teshome Toga Chanaka (Etiopía); Dato' Ho May Yong (primera representante diplomática de Malasia); David Cooney (Irlanda); Naivakarurubalavu Solo Mara (República de Fiji); y Viguen Tchitetchian (Armenia).
El Papa indicó al iniciar su discurso que los medios de comunicación permite que ahora las cosas se sepan casi inmediatamente o mientras suceden, incluyendo también hechos que causan dolor.
"La constatación del tremendo sufrimiento que la miseria y la pobreza, tanto material como espiritual, causan en todo el mundo llama a una nueva movilización para hacer frente, en la justicia y la solidaridad, a todo lo que amenaza al ser humano, a la sociedad y al medio ambiente".
Benedicto XVI dijo luego que "el éxodo hacia las grandes ciudades, los conflictos armados, el hambre y las pandemias, que afectan a tantas poblaciones, desatan una pobreza que en nuestros días ha asumido nuevas formas. La crisis económica mundial hace que cada vez más familias vivan con precariedad". 
"Y cuando la creación y la multiplicación de las necesidades induce a creer en la posibilidad del disfrute ilimitado y del consumo, la carencia de medios necesarios para lograrlo desemboca en la frustración".
El Papa también alertó que "cuando la pobreza coexiste con una enorme riqueza, brota la percepción de una injusticia que puede convertirse en fuente de rebelión. Por tanto, es necesario que los Estados garanticen que las leyes no aumentan las desigualdades sociales y que las personas puedan vivir decentemente".
"El desarrollo al que aspiran todas las naciones tiene que concernir a la persona en su integridad y no solamente al factor económico", agregó.
"Experiencias tales como el microcrédito y las iniciativas para crear asociaciones equitativas, demuestran que es posible armonizar los objetivos económicos con los vínculos sociales, la gobernabilidad democrática y el respeto por la naturaleza. También es aconsejable, devolviéndoles la nobleza que se merecen, el fomento del trabajo manual y la promoción de una agricultura que redunde en beneficio de la población local".
El Papa Benedicto XVI aseguró que "para fortalecer el factor humano en la realidad socio-política, es necesario prestar atención a otro tipo de miseria: la que se refiere a la pérdida de referencia a los valores espirituales, a Dios". 
"Este vacío hace más difícil el discernimiento entre el bien y el mal y la superación de los intereses personales en favor del bien común".
Esto, continuó, "hace que sea fácil la adhesión a las corrientes ideológicas de moda, evitando el esfuerzo de reflexión y crítica. Y muchos jóvenes en busca de un ideal, recurren entonces a los paraísos artificiales que los destruyen. La adicción, el consumismo y el materialismo no son capaces de llenar el corazón del hombre hecho para el infinito. Porque la mayor pobreza es la falta de amor". 
"En la angustia, la compasión y la escucha desinteresada son un consuelo. Incluso sin grandes recursos materiales, es posible ser feliz. Vivir sencillamente en armonía con lo que se cree, debe seguir siendo una posibilidad y cada vez siempre más. Animo todos los esfuerzos, en particular con las familias", indicó.
El Santo Padre afirmó también que "la educación debe despertar a la dimensión espiritual porque ‘el ser humano crece cuando crece en espíritu’. Este tipo de educación ayuda a construir y fortalecer los vínculos más auténticos, ya que abre a una sociedad más fraterna que ella ayuda a construir".
Benedicto XVI dijo que "los Estados tienen el deber de promover su patrimonio cultural y religioso, que contribuye al desarrollo de una nación, y de facilitar el acceso a todos, porque familiarizándose con su historia, cada uno llega a descubrir las raíces de su propia existencia".
"La religión –indicó– permite reconocer en el otro a un hermano en humanidad. Permitir que cualquier persona la oportunidad de conocer a Dios, y hacerlo en plena libertad, es ayudarla a forjar una personalidad fuerte interiormente que la hace capaz de testimoniar el bien y de realizarlo incluso cuando eso es algo que le costaría".
Para concluir su discurso el Santo Padre recordó que "’la apertura a Dios conduce a la apertura a los hermanos y una comprensión de la vida como una misión de solidaridad y alegría’. Así se podrá edificar una sociedad donde la vivencia de la sobriedad y la fraternidad reducirán la miseria, y reemplazarán a la indiferencia y el egoísmo, a las ganancias y las pérdidas, y sobre todo a la exclusión". 

jueves, 3 de mayo de 2012

San Esteban: meditar sobre la escritura para entender el presente



Ciudad del Vaticano, 2 mayo 2012 (VIS).-La oración de San Esteban, el primer mártir cristiano, fue el tema elegido por el Santo Padre para la catequesis de la audiencia general de hoy miércoles.
Ante más de 20.000 fieles que llenaban la Plaza de San Pedro, el Papa explicó que, según narran los Hechos de los Apóstoles, Esteban fue llevado a juicio ante el Sanedrín, acusado de haber declarado que Jesús destruiría el templo y subvertiría las costumbres legadas por Moisés. Ahora bien, en su discurso ante el tribunal, el santo afirma que Jesús se refería a su cuerpo, que es el nuevo templo. De esta forma, Cristo “inaugura el nuevo culto, y con la ofrenda de sí mismo en la Cruz, reemplaza los sacrificios antiguos”.
Esteban quiere demostrar que la acusación de subvertir la ley de Moisés es infundada y para ello ilustra su visión de la historia de la salvación, de la alianza entre Dios y el hombre. “Relee así -dijo Benedicto XVI- toda la narración bíblica, el itinerario de la Sagrada Escritura, para demostrar que conduce al lugar de la presencia definitiva de Dios, que es Jesucristo, especialmente en su Pasión, Muerte y Resurrección. En esta perspectiva (...) también lee su condición de discípulo de Jesús, siguiéndolo hasta el martirio. La meditación sobre la Sagrada Escritura le permite entender (...) el presente”.
El protomártir, “en su reflexión sobre la acción de Dios en la historia de la salvación, pone de relieve la perenne tentación de rechazar a Dios y su acción, y afirma que Jesús es el Justo anunciado por los profetas; en Él, Dios mismo se ha hecho presente de manera única y definitiva: Jesús es el 'lugar' del culto verdadero”.
La vida y el discurso de Esteban se interrumpen repentinamente con la lapidación, pero “precisamente el martirio es el cumplimiento de su vida y de su mensaje: se hace uno con Cristo. Así, su reflexión sobre la acción de Dios en la historia, sobre la Palabra divina que en Jesús ha llegado a su plenitud, se convierte en participación en la misma oración de la Cruz”.
En el momento del martirio del santo, afirmó el Papa, “se manifiesta una vez más la fecunda relación entre la Palabra de Dios y la oración”. Pero: “¿De dónde sacó el primer mártir cristiano la fuerza para hacer frente a sus perseguidores y llegar hasta la entrega de sí mismo? La respuesta es simple: de su relación con Dios, de su comunión con Cristo, de la meditación sobre la historia de la salvación, de ver la acción de Dios, que alcanza su cumbre en Jesucristo”.
San Esteban cree que Jesús “es el templo 'no construido por mano de hombre' en que la presencia de Dios Padre se ha hecho tan cercana como para entrar en nuestra carne humana para llevarnos a Dios, para abrir las puertas del Cielo. Nuestra oración, entonces, debe consistir en la contemplación de Jesús a la diestra de Dios, de Jesús como Señor de nuestra vida cotidiana. En Él, bajo la guía del Espíritu Santo, también nosotros podemos dirigirnos a Dios (...) con la confianza y el abandono de los hijos que acuden a un Padre que los ama infinitamente”, concluyó el Santo Padre.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Benedicto XVI celebrando la Misa Versus Deum


miércoles, 25 de abril de 2012


jueves, 19 de abril de 2012

Se cumplen 7 años de la elección de Benedicto XVI

Ciudad del Vaticano, 19 Abr. 12 (AICA).- El papa Benedicto XVI celebra hoy, cuatro días después de su 85 cumpleaños, el VII aniversario de su elección como el 265 sucesor de San Pedro, un pontificado que, según aseguró el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi SJ, se centró en la atención a Dios, la relación del hombre con Dios, la dimensión trascendente de la vida y la personalidad de Jesucristo. En este sentido el padre Lombardi destacó a Radio Vaticana que durante estos siete años de pontificado, el Papa “guía a la Iglesia hacia el centro de su misión”.

Fue en la tarde del 19 de abril de 2005, cuando el hasta entonces cardenal Joseph Ratzinger, con el rostro iluminado por la emoción y la responsabilidad, anunciaba al mundo que los cardenales, en el cónclave apenas concluido, lo habían elegido a la sede de Pedro… a él “un simple y humilde trabajador de la viña del Señor”. “Me consuela -dijo en ese momento-, el hecho de que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con instrumentos insuficientes”.

Ya desde el primer momento, el Papa Benedicto mostró su humildad y sencillez encomendándose a las oraciones de los fieles y a la “alegría del Señor” para seguir adelante.

La Iglesia, efectivamente, siguió hacia adelante. Un largo camino guiado por la clarividencia, la firmeza y la fe de un amable Pontífice teólogo que a pesar de la edad hizo que este camino fuera muy fructuoso.

El padre Federico Lombardi SJ, portavoz del Papa hizo un raconto de la labor de Benedicto XVI durante su pontificado a Radio Vaticana: “En estos siete años tuvimos ya veintitrés viajes internacionales a veintitrés países, y veintiséis viajes por Italia; asistimos a cuatro consistorios (se crearon 84 nuevos cardenales), y a cuatro Sínodos de los Obispos y a tres Jornadas Mundiales de la Juventud; leímos tres Encíclicas (Deus caritas est, Spe Salvi y Caritas in Veritate), y recibimos innumerables alocuciones y actos magisteriales; participamos de un Año paulino y de un Año sacerdotal; vimos al Papa afrontar con valor, humildad y determinación –es decir con límpido espíritu evangélico– situaciones difíciles, como la crisis que siguió a los abusos sexuales. Leímos –hecho nuevo y original– su obra sobre Jesús de Nazaret y su libro-entrevista “Luz del mundo”.

“Se trata –afirmó el padre Lombardi-, por lo tanto de un Pontificado rico e intenso con tantos hechos importantes, con tantos frutos recogidos...

“Sobre todo, aprendimos de la coherencia y constancia de su enseñanza, que la prioridad de su servicio a la Iglesia y a la humanidad es orientar la vida hacia Dios, el Dios que nos dio a conocer Jesucristo; que la fe y la razón se ayudan recíprocamente en el buscar la verdad y responder a las expectativas y a las preguntas de cada uno de nosotros y de la humanidad en su conjunto; y que el olvido de Dios y el relativismo son riesgos gravísimos de nuestro tiempo. Por todo esto nos sentimos inmensamente agradecidos”.

Y enfatizó el director de la oficina de prensa vaticana: “El pontificado de Benedicto XVI, se ha centrado sobre la esencial misión de la Iglesia. Es decir, la prioridad de la atención a Dios, la relación del hombre con Dios, la dimensión trascendente de la vida, y la persona de Jesucristo como revelador del verdadero Rostro de Dios”.

“Todos estamos en camino en esta misión eclesial. Tenemos delante el Encuentro Mundial de las Familias, el Sínodo de la Nueva Evangelización y el Año de la Fe… estamos en camino con Benedicto XVI”, finalizó el padre Lombardi.

miércoles, 18 de abril de 2012

Benedicto XVI: La Iglesia no debe temer a las persecuciones

Ciudad del Vaticano, 18 Abr. 12 (AICA).- La Iglesia no debe temer a las persecuciones que en su historia se ve obligada a soportar, sino, como Jesús en Getsemaní, debe confiar siempre en la presencia, en la ayuda y en la fuerza de Dios, invocada en la oración”, expresó el Santo Padre Benedicto XVI al retomar hoy la catequesis sobre la oración.

El Papa dedicó la audiencia general de los miércoles, celebrada en la Plaza de San Pedro ante una multitud de fieles provenientes de todo el mundo, a la que fue denominada como “Pequeña Pentecostés”, ocurrida en un momento difícil para la Iglesia naciente. “Los Hechos de los Apóstoles –dijo el Papa-, narran que Pedro y Juan acababan de salir de la cárcel, después de haber sido apresados por predicar el evangelio, y se encuentran con la comunidad reunida. Ésta, al escuchar lo ocurrido, no busca cómo reaccionar o defenderse ni qué medidas adoptar; sencillamente, ante la prueba, empieza a rezar pidiendo la ayuda de Dios que escuchará la plegaria enviando al Espíritu Santo.

“Es una oración unánime y concorde de toda la comunidad, explicó el obispo de Roma, que se enfrenta a una situación de persecución a causa de Jesús porque lo que viven los dos apóstoles no les afecta solamente a ellos, sino a toda la Iglesia. Ante las persecuciones padecidas por causa de Jesús, la comunidad ni se asusta ni se divide, sino que está profundamente unida en la oración”.

Cuando los creyentes se ven sometidos a la prueba a causa de su fe, “la unidad, en lugar de estar comprometida, se refuerza, ya que está sostenida por una oración incansable. La Iglesia no debe temer las persecuciones que en su historia se ve obligada a soportar, sino, como Jesús en Getsemaní, debe confiar siempre en la presencia, en la ayuda y en la fuerza de Dios, invocada en la oración”.

Ahora bien, antes de comprender a fondo lo que sucedió, la primera comunidad intenta leer los acontecimientos a través de la fe y lo hace mediante la Palabra de Dios. San Lucas narra en los Hechos de los Apóstoles que la comunidad de Jerusalén comenzó por recordar e invocar la grandeza y la inmensidad de Dios y después, a través de los salmos, pasó a reconocer cómo Dios había actuado en la historia estando cerca de su pueblo, “demostrando -dijo Benedicto XVI- que era un Dios que se interesaba por los seres humanos que no los abandonaba”.

A continuación, los sucesos se leen “a la luz de Cristo, que es también la clave para entender la persecución. La oposición hacia Jesús, su pasión y su muerte se releen como actuación del proyecto de Dios Padre para la salvación del mundo. En la oración, la meditación sobre las Sagradas Escrituras a la luz del misterio de Cristo ayuda a leer la realidad presente en el ámbito de la historia de la salvación que Dios cumple en el mundo”.

De ahí que la petición que la primera comunidad cristiana de Jerusalén formula a Dios en la oración “no es la de ser defendida, ni la de salvarse de la prueba ni de tener éxito, sino la de proclamar con franqueza, con libertad, con coraje, la Palabra de Dios”. Y los primeros cristianos añaden que ese anuncio “esté acompañado de la mano de Dios, para que haya curaciones, señales y prodigios; es decir, que sea una fuerza que transforme la realidad, que cambie el corazón, la mente y la vida de hombres y que aporte la novedad radical del Evangelio”

“También nosotros -finalizó el Santo Padre- debemos llevar los acontecimientos de nuestra vida cotidiana a nuestra oración, para buscar su significado más profundo. Y como la primera comunidad cristiana, también nosotros, dejándonos iluminar por la Palabra de Dios, a través de la meditación de la Sagrada Escritura, podemos aprender a ver que Dios está presente en nuestras vidas, incluso en tiempos difíciles, y que todo forma parte de un diseño superior de amor en el que la victoria final sobre el mal, sobre el pecado y la muerte, es realmente la del bien, la de la gracia, la de la vida, la de Dios”.

Mistero di un granello di senape. Il 16 aprile Benedetto XVI compie ottantacinque anni


«Le grandi cose iniziano sempre in un grano di senape e i movimenti di massa hanno sempre una breve durata».
Questa frase scritta per descrivere le esigenze di una nuova evangelizzazione da Papa Benedetto XVI, quando era ancora Prefetto della Congregazione per la Dottrina della Fede, mette bene a fuoco ciò che sta a cuore a Joseph Ratzinger in quanto teologo, vescovo e Papa. Non può quindi stupire che egli citi e mediti continuamente la parabola del granello di senape (Marco, 4, 30-32): il granello di senape è il più piccolo di tutti i semi, ma diventa la più grande di tutte le piante così che gli uccelli del cielo possono fare il nido alla sua ombra.
Il paragone con il grano di senape non mostra solo che le grandi realtà iniziano nel piccolo, secondo quel principio elementare che Pierre Teilhard de Chardin nel suo pensiero sull'evoluzione ha chiamato la legge delle origini invisibili; tale paragone pone anzi in evidenza il principio basilare all'opera in tutta la storia di Dio con l'umanità che gli appartiene e che Papa Benedetto XVI ha definito «predilezione per ciò che è piccolo». Nella smisurata vastità del cosmo e fra l'infinita quantità di pianeti e galassie Dio ha scelto la terra, questo piccolo grano di polvere, per la sua azione salvifica. Su questa piccola terra Dio ha scelto fra tutti i popoli potenti Israele, un popolo praticamente impotente sul piano politico, quale colonna portante della sua storia con noi uomini.
In Israele Dio ha scelto il modesto luogo di Betlemme per avvicinarsi come uomo a noi uomini. A Betlemme Dio ha scelto una donna sconosciuta e poco importante, Maria, per potere entrare nel nostro mondo. Nel corso della storia della Chiesa Dio ha chiamato sempre semplici uomini che immergendosi personalmente nel Vangelo potessero rinnovare la Chiesa dal suo interno.
Il granello di senape non è solo un paragone della speranza cristiana, ma evidenzia anche che il grande nasce dal piccolo non per mezzo di stravolgimenti rivoluzionari e neppure perché noi uomini ne assumiamo la regia ma perché ciò avviene in modo lento e graduale, seguendo una dinamica propria.
Di fronte a esso l'atteggiamento cristiano può solo essere di amore e pazienza, che è il lungo respiro dell'amore. Il paragone con il granello di senape ci conduce anche al cuore del pensiero teologico di Papa Benedetto XVI che è l'amore: l'amore di Dio per noi uomini, inimmaginabile e pur tuttavia corrispondente al logos, e la corresponsione umana a questo amore divino che può realizzarsi solo nell'amore verso Dio e verso gli uomini.
Alla luce dell'amore, nel paragone di Gesù del granello di senape l'accento non è posto unicamente sulla pianta che diviene grande, ma sul seme e quindi sulla speranza nella quieta crescita nella pazienza, proprio perché Dio stesso giudica e apprezza la pazienza quale sorella particolarmente sensibile dell'amore e per questo motivo fa continuamente sgorgare il grande dal piccolo. Il paragone è quindi destinato a risvegliare in noi uomini la gioia per il bello che è intimamente legata alla speranza e ci conduce nel mistero di Dio e della sua storia salvifica, come Benedetto XVI ha sottolineato durante il suo incontro con gli artisti: «La via della bellezza ci conduce, dunque, a cogliere il Tutto nel frammento, l'Infinito nel finito, Dio nella storia dell'umanità».
Al contrario noi uomini siamo sempre tentati di prendere il particolare per il tutto, di scambiare il finito per l'infinito e, di conseguenza, porre l'accento, nel paragone di Gesù, sulla crescita; vorremmo, con nervosa impazienza, avere molto velocemente un grande albero robusto e, se necessario, contribuirvi con le nostre mani, nel nostro sforzo di scorgere subito un risultato di tutto rispetto e nella pastorale rischiamo di confondere la cura di anime con la preoccupazione per il numero. Questa tentazione potrebbe derivare essenzialmente dal fatto che il pensiero teologico e la pastorale di Papa Benedetto XVI sono esposti in continuazione a gravi malintesi, dei quali possiamo ricordare brevemente quelli espressi con più frequenza.
Una critica molto diffusa ritiene che il Papa non abbia a cuore la grande chiesa di popolo -- le «masse» --; egli punterebbe maggiormente al piccolo gregge e se ne accontenterebbe. In questa critica è vero solo che il Papa è in realtà convinto che il vero rinnovamento della Chiesa non possa partire dalle masse, ma solo da piccoli movimenti, come è variamente testimoniato nella storia della Chiesa e come oggi è visibile per esempio nei nuovi movimenti ecclesiali che non sono stati progettati dalle istanze ufficiali della Chiesa e che proprio per questo possono essere considerati un dono dello Spirito Santo nella situazione della Chiesa postconciliare. Agli occhi del Papa adempiono però alla loro missione ecclesiale solo se agiscono come lievito nella Chiesa, rendendo visibile che «vi è un'unica Chiesa per tutti, che non vi sono chiese di élite né chiese di elezione»: «La Chiesa non è un mercato nel quale ognuno si cerca il suo gruppuscolo, ma una famiglia nella quale non mi cerco i fratelli, ma li ricevo in dono da Dio». Con il paragone del grano di senape il Papa sottolinea che l'azione nella Chiesa dovrebbe avere come punto di riferimento il suo mistero e non esigere di trarne subito un grande albero.
La Chiesa è al tempo stesso granello di senape e albero e il Papa lo sottolinea precisando che: «Forse noi dovremmo, la Chiesa dovrebbe trovarsi davanti a grandi prove (1 Tessalonicesi, 1, 6) per imparare di nuovo di cosa vive anche oggi, vive per la speranza del granello di senape e non per la forza dei suoi progetti e delle sue strutture».
Un'altra critica più profonda e spesso ripetuta sostiene che Papa Benedetto XVI abbia innestato una marcia indietro e voglia tornare a prima del concilio Vaticano II.
Chi non si fida ciecamente di pochi mezzi di comunicazione, che non offrono informazioni serie ma solo intrattenimento, e presta attenzione autonomamente a che cosa il Papa fa e dice, può ben presto accertare che il Papa non vuole assolutamente tornare «indietro», come gli viene oggi da più parti rimproverato pubblicamente, vuoi per ignoranza vuoi per appartenenza a quei teologi, che pur avendo le conoscenze necessarie, tengono spesso discorsi populistici e sostengono intenzionalmente il contrario a livello pubblico, confondendo l'onestà scientifica con l'agitazione in politica ecclesiale. Papa Benedetto non vuole assolutamente tornare indietro, ma andare in profondità come il granello di senape che cresce solo dalla profondità della terra. Al Papa quindi non importano singole riforme, gli importa che il fondamento e il cuore della fede cristiana tornino a splendere. Aspira a una semplificazione della fede cristiana, come ha annunciato finora esemplarmente nelle sue tre encicliche.
È compito urgente di oggi elaborare queste e altre critiche e pregiudizi, presentando la vera fisionomia del pensiero teologico e del magistero di Papa Benedetto XVI. Negli ultimi cinque anni ho cercato di affrontarlo meglio che ho potuto e nella misura in cui il mio quotidiano e minuzioso lavoro di vescovo me ne ha lasciato il tempo, persuaso che fa anche parte della responsabilità di un vescovo locale, aiutare i fedeli a orientarsi nella confusione degli attuali punti di vista e nel chiasso delle informazioni mediatiche, nella disinformazione mirata e nelle deformazioni manipolate.
Con la pubblicazione del presente volume spero di poter fornire a una cerchia più ampia un aiuto all'orientamento e al discernimento degli spiriti. Mi sono assunto questo compito non da ultimo nella convinzione che vi sono situazioni nella vita della Chiesa in cui il compito che Gesù ha affidato a Pietro durante l'Ultima Cena e che vale anche per il suo successore: «Conferma i tuoi fratelli» (Luca, 22,32), deve essere applicato anche all'inverso e precisamente che un vescovo locale senta come suo compito sostenere il successore di Pietro nel suo importante ufficio.
A lui mi lega soprattutto l'irriducibile speranza che non vi è Pasqua senza Venerdì Santo, ma che a ogni Venerdì Santo segue Pasqua e che in questo consiste il più profondo fondamento della gioia cristiana. In questa gioiosa speranza siamo ben consigliati se nell'attuale Venerdì Santo della Chiesa rivolgiamo la nostra attenzione non solo ai sonori colpi della distruzione, ma soprattutto alla silenziosa venuta di vita nuova nella notte di Pasqua, che porta in sé lo sviluppo organico nascosto nel segreto del grano di senape.

Kurt Koch

domingo, 8 de abril de 2012

El papa celebró la misa del día y antes de la bendición Urbi et Orbi saludó en 65 idiomas

CIUDAD DEL VATICANO, Domingo 8 abril 2012 (ZENIT.org).– En la mañana de hoy Domingo de Pascua de Resurrección, el santo padre Benedetto XVI presidió la santa misa del día en el atrio de la plaza de San Pedro del Vaticano, la cual tuvo un lleno total.

A la celebración, que se abrió con el rito del “Resurrexit” –-la apertura del icono del Resucitado--, participaron fieles romanos y peregrinos provenientes de diversas partes del mundo con ocasión de las fiestas pascuales.

El papa no pronunció la homilía, porque terminada la misa prosiguió con la bendición “Urbi et Orbi” y el Mensaje pascual, el cual reproducimos a continuación.

Queridos hermanos y hermanas de Roma y del mundo entero:

«Surrexit Christus, spes mea» – «Resucitó Cristo, mi esperanza» (Secuencia pascual).

Llegue a todos vosotros la voz exultante de la Iglesia, con las palabras que el antiguo himno pone en labios de María Magdalena, la primera en encontrar en la maña de Pascua a Jesús resucitado. Ella corrió hacia los otros discípulos y, con el corazón sobrecogido, les anunció: «He visto al Señor» (Jn 20,18). También nosotros, que hemos atravesado el desierto de la Cuaresma y los días dolorosos de la Pasión, hoy abrimos las puertas al grito de victoria: «¡Ha resucitado! ¡Ha resucitado verdaderamente!».

Todo cristiano revive la experiencia de María Magdalena. Es un encuentro que cambia la vida: el encuentro con un hombre único, que nos hace sentir toda la bondad y la verdad de Dios, que nos libra del mal, no de un modo superficial, momentáneo, sino que nos libra de él radicalmente, nos cura completamente y nos devuelve nuestra dignidad. He aquí porqué la Magdalena llama a Jesús «mi esperanza»: porque ha sido Él quien la ha hecho renacer, le ha dado un futuro nuevo, una existencia buena, libre del mal. «Cristo, mi esperanza», significa que cada deseo mío de bien encuentra en Él una posibilidad real: con Él puedo esperar que mi vida sea buena y sea plena, eterna, porque es Dios mismo que se ha hecho cercano hasta entrar en nuestra humanidad.

Pero María Magdalena, como los otros discípulos, han tenido que ver a Jesús rechazado por los jefes del pueblo, capturado, flagelado, condenado a muerte y crucificado. Debe haber sido insoportable ver la Bondad en persona sometida a la maldad humana, la Verdad escarnecida por la mentira, la Misericordia injuriada por la venganza. Con la muerte de Jesús, parecía fracasar la esperanza de cuantos confiaron en Él. Pero aquella fe nunca dejó de faltar completamente: sobre todo en el corazón de la Virgen María, la madre de Jesús, la llama quedó encendida con viveza también en la oscuridad de la noche. En este mundo, la esperanza no puede dejar de hacer cuentas con la dureza del mal. No es solamente el muro de la muerte lo que la obstaculiza, sino más aún las puntas aguzadas de la envidia y el orgullo, de la mentira y de la violencia. Jesús ha pasado por esta trama mortal, para abrirnos el paso hacia el reino de la vida. Hubo un momento en el que Jesús aparecía derrotado: las tinieblas habían invadido la tierra, el silencio de Dios era total, la esperanza una palabra que ya parecía vana.

Y he aquí que, al alba del día después del sábado, se encuentra el sepulcro vacío. Después, Jesús se manifiesta a la Magdalena, a las otras mujeres, a los discípulos. La fe renace más viva y más fuerte que nunca, ya invencible, porque fundada en una experiencia decisiva: «Lucharon vida y muerte / en singular batalla, / y, muerto el que es Vida, triunfante se levanta». Las señales de la resurrección testimonian la victoria de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio, de la misericordia sobre la venganza: «Mi Señor glorioso, / la tumba abandonada, / los ángeles testigos, / sudarios y mortaja».

Queridos hermanos y hermanas: si Jesús ha resucitado, entonces – y sólo entonces – ha ocurrido algo realmente nuevo, que cambia la condición del hombre y del mundo. Entonces Él, Jesús, es alguien del que podemos fiarnos de modo absoluto, y no solamente confiar en su mensaje, sino precisamente en Él, porque el resucitado no pertenece al pasado, sino que está presente hoy, vivo. Cristo es esperanza y consuelo de modo particular para las comunidades cristianas que más pruebas padecen a causa de la fe, por discriminaciones y persecuciones. Y está presente como fuerza de esperanza a través de su Iglesia, cercano a cada situación humana de sufrimiento e injusticia.

Que Cristo resucitado otorgue esperanza a Oriente Próximo, para que todos los componentes étnicos, culturales y religiosos de esa Región colaboren en favor del bien común y el respeto de los derechos humanos. En particular, que en Siria cese el derramamiento de sangre y se emprenda sin demora la vía del respeto, del diálogo y de la reconciliación, como auspicia también la comunidad internacional. Y que los numerosos prófugos provenientes de ese país y necesitados de asistencia humanitaria, encuentren la acogida y solidaridad que alivien sus penosos sufrimientos. Que la victoria pascual aliente al pueblo iraquí a no escatimar ningún esfuerzo para avanzar en el camino de la estabilidad y del desarrollo. Y, en Tierra Santa, que israelíes y palestinos reemprendan el proceso de paz.

Que el Señor, vencedor del mal y de la muerte, sustente a las comunidades cristianas del Continente africano, las dé esperanza para afrontar las dificultades y las haga agentes de paz y artífices del desarrollo de las sociedades a las que pertenecen.

Que Jesús resucitado reconforte a las poblaciones del Cuerno de África y favorezca su reconciliación; que ayude a la Región de los Grandes Lagos, a Sudán y Sudán del Sur, concediendo a sus respectivos habitantes la fuerza del perdón. Y que a Malí, que atraviesa un momento político delicado, Cristo glorioso le dé paz y estabilidad. Que a Nigeria, teatro en los últimos tiempos de sangrientos atentados terroristas, la alegría pascual le infunda las energías necesarias para recomenzar a construir una sociedad pacífica y respetuosa de la libertad religiosa de sus ciudadanos. ¡Feliz Pascua a todos!

viernes, 6 de abril de 2012

La libertad se alcanza sirviendo a Dios, dice el Papa durante Misa de Jueves Santo

VATICANO, 05 Abr. 12 / 12:31 pm (ACI).- Durante la Misa de la Cena del Señor celebrada en la Basílica de San Juan de Letrán, el Papa Benedicto XVI recordó que la verdadera libertad sólo se alcanza aceptando el plan de Dios para la humanidad.
“Pensamos ser libres y verdaderamente nosotros mismos sólo si seguimos exclusivamente nuestra voluntad. Dios aparece como el antagonista de nuestra libertad. Debemos liberarnos de él, pensamos nosotros; sólo así seremos libres. Esta es la rebelión fundamental que atraviesa la historia, y la mentira de fondo que desnaturaliza la vida. Cuando el hombre se pone contra Dios, se pone contra la propia verdad y, por tanto, no llega a ser libre, sino alienado de sí mismo. Únicamente somos libres si estamos en nuestra verdad, si estamos unidos a Dios”, señaló el Santo Padre.
A continuación, la versión completa de la homilía del Santo Padre durante la Misa de la Cena del Señor.
Queridos hermanos y hermanas:
El Jueves Santo no es sólo el día de la Institución de la Santa Eucaristía, cuyo esplendor ciertamente se irradia sobre todo lo demás y, por así decir, lo atrae dentro de sí. También forma parte del Jueves Santo la noche oscura del Monte de los Olivos, hacia la cual Jesús se dirige con sus discípulos; forma parte también la soledad y el abandono de Jesús que, orando, va al encuentro de la oscuridad de la muerte; forma parte de este Jueves Santo la traición de Judas y el arresto de Jesús, así como también la negación de Pedro, la acusación ante el Sanedrín y la entrega a los paganos, a Pilato. En esta hora, tratemos de comprender con más profundidad estos eventos, porque en ellos se lleva a cabo el misterio de nuestra Redención.
Jesús sale en la noche. La noche significa falta de comunicación, una situación en la que uno no ve al otro. Es un símbolo de la incomprensión, del ofuscamiento de la verdad. Es el espacio en el que el mal, que debe esconderse ante la luz, puede prosperar. Jesús mismo es la luz y la verdad, la comunicación, la pureza y la bondad. Él entra en la noche. La noche, en definitiva, es símbolo de la muerte, de la pérdida definitiva de comunión y de vida. Jesús entra en la noche para superarla e inaugurar el nuevo día de Dios en la historia de la humanidad.
Durante este camino, él ha cantado con sus discípulos los Salmos de la liberación y de la redención de Israel, que recuerdan la primera Pascua en Egipto, la noche de la liberación. Como él hacía con frecuencia, ahora se va a orar solo y hablar como Hijo con el Padre. Pero, a diferencia de lo acostumbrado, quiere cerciorarse de que estén cerca tres discípulos: Pedro, Santiago y Juan. Son los tres que habían tenido la experiencia de su Transfiguración – la manifestación luminosa de la gloria de Dios a través de su figura humana – y que lo habían visto en el centro, entre la Ley y los Profetas, entre Moisés y Elías. Habían escuchado cómo hablaba con ellos de su «éxodo» en Jerusalén. El éxodo de Jesús en Jerusalén, ¡qué palabra misteriosa!; el éxodo de Israel de Egipto había sido el episodio de la fuga y la liberación del pueblo de Dios. ¿Qué aspecto tendría el éxodo de Jesús, en el cual debía cumplirse definitivamente el sentido de aquel drama histórico?; ahora, los discípulos son testigos del primer tramo de este éxodo, de la extrema humillación que, sin embargo, era el paso esencial para salir hacia la libertad y la vida nueva, hacia la que tiende el éxodo. Los discípulos, cuya cercanía quiso Jesús en está hora de extrema tribulación, como elemento de apoyo humano, pronto se durmieron. No obstante, escucharon algunos fragmentos de las palabras de la oración de Jesús y observaron su actitud. Ambas cosas se grabaron profundamente en sus almas, y ellos lo transmitieron a los cristianos para siempre. Jesús llama a Dios «Abbá».Y esto significa – como ellos añaden – «Padre». Pero no de la manera en que se usa habitualmente la palabra «padre», sino como expresión del lenguaje de losniños, una palabra afectuosa con la cual no se osaba dirigirse a Dios. Es el lenguaje de quien es verdaderamente «niño», Hijo del Padre, de aquel que se encuentra en comunión con Dios, en la más profunda unidad con él.
Si nos preguntamos cuál es el elemento más característico de la imagen de Jesús en los evangelios, debemos decir: su relación con Dios. Él está siempre en comunión con Dios. El ser con el Padre es el núcleo de su personalidad. A través de Cristo, conocemos verdaderamente a Dios. «A Dios nadie lo ha visto jamás», dice san Juan. Aquel «que está en el seno del Padre… lo ha dado a conocer» (1,18). Ahora conocemos a Dios tal como es verdaderamente. Él es Padre, bondad absoluta a la que podemos encomendarnos. El evangelista Marcos, que ha conservado los recuerdos de Pedro, nos dice que Jesús, al apelativo «Abbá», añadió aún: Todo es posible para ti, tú lo puedes todo (cf. 14,36). Él, que es la bondad, es al mismo tiempo poder, es omnipotente. El poder es bondad y la bondad es poder. Esta confianza la podemos aprender de la oración de Jesús en el Monte de los Olivos.
Antes de reflexionar sobre el contenido de la petición de Jesús, debemos prestar atención a lo que los evangelistas nos relatan sobre la actitud de Jesús durante su oración. Mateo y Marcos dicen que «cayó rostro en tierra» (Mt 26,39; cf. Mc 14,35); asume por consiguiente la actitud de total sumisión, que ha sido conservada en la liturgia romana del Viernes Santo. Lucas, en cambio, afirma que Jesús oraba arrodillado. En los Hechos de los Apóstoles, habla de los santos, que oraban de rodillas: Esteban durante su lapidación, Pedro en el contexto de la resurrección de un muerto, Pablo en el camino hacia el martirio. Así, Lucas ha trazado una pequeña historia del orar arrodillados de la Iglesianaciente. Los cristianos con su arrodillarse, se ponen en comunión con la oración de Jesús en el Monte de los Olivos. En la amenaza del poder del mal, ellos, en cuanto arrodillados, están de pie ante el mundo, pero, en cuanto hijos, están de rodillas ante el Padre. Ante la gloria de Dios, los cristianos nos arrodillamos y reconocemos su divinidad, pero expresando también en este gesto nuestra confianza en que él triunfe.
Jesús forcejea con el Padre. Combate consigo mismo. Y combate por nosotros. Experimenta la angustia ante el poder de la muerte. Esto es ante todo la turbación propia del hombre, más aún, de toda creatura viviente ante la presencia de la muerte. En Jesús, sin embargo, se trata de algo más. En las noches del mal, él ensancha su mirada. Ve la marea sucia de toda la mentira y de toda la infamia que le sobreviene en aquel cáliz que debe beber. Es el estremecimiento del totalmente puro y santo frente a todo el caudal del mal de este mundo, que recae sobre él. Él también me ve, y ora también por mí. Así, este momento de angustia mortal de Jesús es un elemento esencial en el proceso de la Redención. Por eso, la Carta a los Hebreos ha definido el combate de Jesús en el Monte de los Olivos como un acto sacerdotal. En esta oración de Jesús, impregnada de una angustia mortal, el Señor ejerce el oficio del sacerdote: toma sobre sí el pecado de la humanidad, a todos nosotros, y nos conduce al Padre.
Finalmente, debemos prestar atención aún al contenido de la oración de Jesús en el Monte de los Olivos. Jesús dice: «Padre: tú lo puedes todo, aparta de mí ese cáliz. Pero no sea como yo quiero, sino como tú quieres» (Mc 14,36). La voluntad natural del hombre Jesús retrocede asustada ante algo tan ingente. Pide que se le evite eso. Sin embargo, en cuanto Hijo, abandona esta voluntad humana en la voluntad del Padre: no yo, sino tú. Con esto ha transformado la actitud de Adán, el pecado primordial del hombre, salvando de este modo al hombre. La actitud de Adán había sido: No lo que tú has querido, Dios; quiero ser dios yo mismo. Esta soberbia es la verdadera esencia del pecado. Pensamos ser libres y verdaderamente nosotros mismos sólo si seguimos exclusivamente nuestra voluntad. Dios aparece como el antagonista de nuestra libertad. Debemos liberarnos de él, pensamos nosotros; sólo así seremos libres. Esta es la rebelión fundamental que atraviesa la historia, y la mentira de fondo que desnaturaliza la vida. Cuando el hombre se pone contra Dios, se pone contra la propia verdad y, por tanto, no llega a ser libre, sino alienado de sí mismo. Únicamente somos libres si estamos en nuestra verdad, si estamos unidos a Dios. Entonces nos hacemos verdaderamente «como Dios», no oponiéndonos a Dios, no desentendiéndonos de él o negándolo. En el forcejeo de la oración en el Monte de los Olivos, Jesús ha deshecho la falsa contradicción entre obediencia y libertad, y abierto el camino hacia la libertad. Oremos al Señor para que nos adentre en este «sí» a la voluntad de Dios, haciéndonos verdaderamente libres. Amén.