lunes, 30 de noviembre de 2009

Solo Cristo es auténtica esperanza que da sentido a la vida, dice el Papa Benedicto XVI

VATICANO, 29 Nov. 09 (ACI).-Al presidir las primeras vísperas del tiempo de Adviento, el Papa Benedicto XVI explicó su significado de auténtica espera, a la vez activa, en la que se busca a Cristo, porque con Él toda vida humana cobra verdadero sentido "aún cuando los demás ya no pueden asegurarnos ningún apoyo, aún cuando el presente se vuelve fatigoso".
Al iniciar su homilía de ayer por la tarde en la Basílica de San Pedro, el Santo Padre explicó que Adviento proviene de la palabra latina adventus, que "puede traducirse con 'presencia', 'llegada', 'venida'". "Con la palabra adventus se quería decir sustancialmente: Dios está aquí, no se ha retirado del mundo, no nos ha dejado solos. Aunque no lo podamos ver y tocar, como sucede con las realidades sensibles, Él está aquí y viene a visitarnos de múltiples formas", dijo el Pontífice. Entonces, prosiguió el Papa, "el significado de la expresión 'adviento' comprende, por lo tanto, también el de 'visitatio', que quiere decir simple y propiamente 'visita'.
En este caso, se trata de una visita de Dios: Él entra en mi vida y quiere dirigirse a mí. Todos experimentamos, en la existencia cotidiana, tener poco tiempo para el Señor y poco tiempo también para nosotros. Se acaba siendo absorbidos por el 'quehacer'". Seguidamente el Papa alertó sobre como "a veces las cosas nos 'atropellan'. El Adviento, este tiempo litúrgico fuerte que estamos comenzando, nos invita a detenernos en silencio para percibir una presencia. Es una invitación a comprender que cada una de las vivencias del día son señales que Dios nos dirige, signos de la atención que tiene para con cada uno de nosotros ¡Cuán a menudo Dios nos hace percibir algo de su amor!"
Benedicto XVI resaltó luego que otro elemento fundamental del Adviento es la espera que es al mismo tiempo esperanza."El hombre, en su vida, está en espera constante: cuando es niño quiere crecer; siendo adulto tiende a la realización y al éxito y, avanzando en la edad, anhela el merecido descanso.
Pero llega el tiempo en el que descubre que ha esperado demasiado poco si, más allá de su profesión o de su posición social, no le queda nada más por esperar. La esperanza marca el camino de la humanidad, pero para los cristianos está animada por una certeza: el Señor está presente en el transcurso de nuestra vida, nos acompaña y un día enjugará también nuestras lágrimas. Un día, no lejano, todo encontrará su cumplimiento en el Reino de Dios, Reino de justicia y de paz"."Pero hay formas muy distintas de esperar.
Si el tiempo no se llena con un presente que tenga sentido, la espera corre el riesgo de volverse insoportable; si se espera algo, pero en este momento no hay nada –es decir si el presente se queda vacío– cada instante que pasa parece exageradamente largo, y la espera se transforma en un peso demasiado grave, porque el futuro queda totalmente en la incertidumbre. Sin embargo, cuando el tiempo está dotado de sentido, y en cada instante percibimos algo específico y válido, entonces la alegría de la espera hace que el presente sea más precioso".
Tras reiterar que el Adviento se convierte entonces en "ocasión para volver a despertar en nosotros el sentido verdadero de la espera, volviendo al corazón de nuestra fe, que es el misterio de Cristo", el Papa subrayó que "también nosotros podemos dirigirle la palabra, presentarle los sufrimientos que nos afligen, nuestra impaciencia, las preguntas que brotan de nuestro corazón"."¡Estemos seguros de que nos escucha siempre! Y si Jesús está presente, ya no existe ningún tiempo sin sentido y vacío. Si Él está presente, podemos seguir esperando, aún cuando los demás ya no pueden asegurarnos ningún apoyo, aún cuando el presente se vuelve fatigoso".
"Queridos amigos, el Adviento es el tiempo de la presencia y de la espera de lo eterno. Precisamente por esta razón es, en especial, el tiempo de la alegría, de una alegría interiorizada, que ningún sufrimiento puede cancelar. La alegría por el hecho de que Dios se ha hecho niño". "Esta alegría, invisiblemente presente en nosotros, nos alienta a caminar confiados", concluyó el Papa pidiendo a la Virgen María que "nos obtenga la gracia de vivir este tiempo litúrgico vigilantes y activos en la espera ¡Amén!"

jueves, 19 de noviembre de 2009

El Papa Benedicto XVI pide trabajar por los niños y respetar su dignidad

Benedicto XVI pidió a la comunidad internacional trabajar para responder a los dramáticos problemas de los niños y exhortó a defender la dignidad de todos ellos, especialmente de los más pobres y necesitados. Al recordar que este 20 de noviembre se celebra en la ONU la Jornada Mundial de Oración y de Acción por los Niños, con ocasión del 20° aniversario de la adopción de la Convención sobre los derechos de los niños, el Santo Padre recordó a "todos los niños del mundo, especialmente en los que viven en condiciones difíciles y sufren a causa de la violencia, de los abusos, de la enfermedad, de la guerra o del hambre". Por ello invitó a todos a unirse "a mi oración, y al mismo tiempo, hago un llamamiento a la comunidad internacional para que se multipliquen los esfuerzos para ofrecer una adecuada respuesta a los problemas dramáticos de la infancia". "Que no falte el compromiso generoso de todos para que sean reconocidos los derechos de los niños y se respete cada vez más su dignidad", concluyó.

martes, 17 de noviembre de 2009

El Papa: “El hambre es el signo más cruel y concreto de la pobreza”

ROMA, lunes 16 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- El hambre es “el signo más cruel y concreto de la pobreza” y no tiene “una relación de causa-efecto” con el aumento de la población”, afirmó Benedicto XVI este lunes por la mañana en la sede de la FAO en Roma.
El Papa intervino en la sesión de apertura de la Cumbre Mundial sobre Seguridad Alimentaria, que se celebra del 16 al 18 de noviembre en Roma.
“La tierra puede nutrir suficientemente a todos sus habitantes” porque “si bien en algunas regiones se mantienen bajos niveles de producción agrícola a causa también de cambios climáticos, dicha producción es globalmente suficiente para satisfacer tanto la demanda actual, como la que se puede prever en el futuro”.
Colaborar para un “desarrollo humano integral”
Según el pontífice, “aunque los Países más pobres se han integrado en la economía mundial de manera más amplia que en el pasado, la tendencia de los mercados internacionales los hace en gran medida vulnerables y los obliga a tener que recurrir a las ayudas de las Instituciones intergobernativas”.
La cooperación, señaló, debe ser “coherente con el principio de subsidiaridad”. Por ello, es necesario “implicar a las comunidades locales en las opciones y decisiones referentes a la tierra de cultivo", indicó.
“Porque el desarrollo humano integral requiere decisiones responsables por parte de todos y pide una actitud solidaria que no considere la ayuda o la emergencia en función de quien pone a disposición los recursos o de grupos de élite que hay entre los beneficiarios”, añadió.
La solidaridad para el desarrollo de los países pobres, por otra parte, puede llegar a ser también una “vía de solución para la actual crisis global”, sugirió.
En este sentido, explicó que “sosteniendo con planes de financiación inspirados en la solidaridad estas Naciones, para que ellas mismas sean capaces de satisfacer las propias demandas de consumo y de desarrollo, no sólo se favorece el incremento económico en su interior, sino que puede tener repercusiones positivas para el desarrollo humano integral en otros países”.
Contra el hambre, una “conciencia solidaria”
Benedicto XVI también alertó contra el peligro de considerar el hambre como un fenómeno “estructural, parte integrante de la realidad socio-política de los países más débiles, objeto de un sentido de resignada amargura, si no de indiferencia”.
“No es así, ni debe ser así -exclamó-. Para combatir y vencer el hambre es esencial empezar por redefinir los conceptos y los principios aplicados hasta hoy en las relaciones internacionales”.
En este sentido, indicó la importancia de buscar “nuevos parámetros -necesariamente éticos y después jurídicos y económicos- que sean capaces de inspirar la actividad de cooperación para construir una relación paritaria entre Países que se encuentran en diferentes grados de desarrollo”.
Al mismo tiempo, es necesario “entender las necesidades del mundo rural”, descartando la posibilidad de ser considerado “de modo miope, como una realidad secundaria” y favorecer el acceso al mercado internacional de los productos procedentes de las áreas más pobres, “hoy a menudo relagados a espacios limitados”, dijo.
También pidió no olvidar “los derechos fundamentales de la personas, entre los que destaca el derecho a una alimentación suficiente, sana y nutritiva, y el derecho al agua”.
Para lograr esos objetivos, “rescatar las reglas del comercio internacional de la lógica del provecho como un fin en sí mismo, orientándolas en favor de la iniciativa económica de los Países más necesitados de desarrollo, que, disponiendo de mayores entradas, podrán caminar hacia la autosuficiencia, que es el preludio de la seguridad alimentaria”.
Refiriéndose a su encíclica “Caritas in veritate”, Benedicto XVI también recordó la necesidad de una “conciencia solidaria, que considere la alimentación y el acceso al agua como derechos universales de todos los seres humanos, sin distinción ni discriminaciones”.
“No es posible continuar aceptando la opulencia y el derroche, cuando el drama del hambre adquiere cada vez mayores dimensiones”, señaló.
“Reconocer el valor trascendente de cada hombre y mujer es el primer paso para favorecer la conversión del corazón que pueda sostener el esfuerzo para erradicar la miseria, el hambre y la pobreza en todas sus formas”.
El desarrollo respeta el medio ambiente
Los métodos de producción alimentaria, recordó el obispo de Roma, imponen igualmente un “análisis atento de la relación entre el desarrollo y la tutela ambiental”
Esta tutela la señaló como “un desafío actual para garantizar un desarrollo armónico, respetuoso del diseño de Dios el Creador y por tanto en condiciones de salvaguardar el planeta”.
Desde este punto de vista, se debe profundizar en las conexiones existentes “entre la seguridad ambiental y el fenómeno preocupante del cambio climático”, teniendo en cuenta el lugar central de la persona humana y sobre todo a las poblaciones más vulnerables.
Para ello, concluyó, no bastan “normativas, legislaciones, planes de desarrollo e inversiones”, sino “un cambio en los estilos de vida personales y comunitarios, en el consumo y en las necesidades concretas” y sobre todo “tener presente ese deber moral de distinguir en las acciones humanas el bien del mal para redescubrir así el vínculo de comunión que une la persona y lo creado”.
El director general de la FAO, Jacques Diouf, definió la presencia del pontífice de este lunes como “un evento excepcional” que confiere a la cumbre “una fuerte dimensión espiritual”.
“La Iglesia siempre ha tenido como responsabilidad la de aliviar la pobreza de los más necesitados”, destacó.
También auspició que la presencia del Papa permitirá llevar la lucha contra el hambre al mundo “a un nivel de responsabilidad colectiva y de ética que trascienda los puestos en juego y los intereses nacionales y regionales, para reafirmar con voz clara y fuerte el derecho a la alimentación, el primero de los derechos humanos”.
La de este lunes ha sido la quinta visita de un Papa a la sede de la FAO de Roma. Benedicto XVI estaba acompañado por el Secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone; por el arzobispo Filoni, sustituto de la Secretaría de Estado; por monseñor Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados, y Harvey, prefecto de la Casa pontificia.
También por el obispo De Nicolò, regente de la Prefectura, por monseñores Gänswein, su secretario particular, y Volante, Observador Permanente de la Santa Sede ante las organizaciones y los organismos de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura.
Actualmente, 1,02 millones de personas están desnutridas.

lunes, 16 de noviembre de 2009

El Papa va a la FAO a afirmar el derecho a la alimentación

CIUDAD DEL VATICANO, domingo 15 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI visita este lunes la sede del Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para reivindicar el derecho a la alimentación, esencial para un desarrollo humano integral, explica su portavoz.
El padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, ha analizado en el editorial del último número de "Octava Dies", semanario del Centro Televisivo Vaticano, los motivos que han llevado al Santo Padre a participar en la cumbre mundial sobre seguridad alimentaria.
El portavoz recurre a una de las frases de la reciente encíclica "Caritas in veritate" (n.27) para ilustrar la intención del Papa: "Es necesario que madure una conciencia solidaria que considere la alimentación y el acceso al agua como derechos universales de todos los seres humanos, sin distinciones ni discriminaciones".
En ese documento, añade el padre Lombardi, el pontífice "subraya que el derecho a la alimentación es esencial para garantizar el primero de todos los derechos, el derecho a la vida. Sí, porque de hambre y de sed se muere, y si no se muere, se vive a mitad".
La cumbre de la FAO, recuerda el sacerdote, "tiene lugar en un escenario dramático que olvidamos frecuentemente".
"En el año 2000 la famosa Cumbre del Milenio había proclamado que el número de los hambrientos debería reducirse a la mitad, de los 800 millones de entonces a 400 millones en 2015. Sin embargo, en 2009 hemos llegado a mil doscientos millones. Una tragedia horrible, un impulso fortísimo a las migraciones, una amenaza gravísima para la paz".
"Es evidente que el camino principal para afrontar el problema es favorecer el desarrollo agrícola de los países más pobres, implicando lo más posible a las comunidades locales, es decir, colocando ‘a la persona humana en el centro del desarrollo'", sigue diciendo el portavoz citando la encíclica del Papa.
"Este es el interés de la comunidad mundial, de esa familia de pueblos que deberíamos ser. No debería ser difícil de comprender para los participantes en la Cumbre de Roma. Pero después habría que actuar en consecuencia. De lo contrario, las muertes por hambre seguirán aumentando", concluye.

Benedicto XVI pide despertar las conciencias para defender la vida

CIUDAD DEL VATICANO, domingo 15 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- “Hablad al corazón de vuestro pueblo, despertad las conciencias, reunid las voluntades en un esfuerzo conjunto contra la creciente ola de violencia y menosprecio por el ser humano”, pidió el Papa este sábado en su discurso a los obispos de la Región Sur 1 de la Conferencia Episcopal de Brasil.
Dirigiéndose al tercer grupo de obispos brasileños presentes en el Vaticano para la visita “ad limina Apostolorum”, Benedicto XVI afirmó que el ser humano “de don de Dios acogido en la intimidad amorosa del matrimonio entre un hombre y una mujer, ha pasado a ser visto como mero producto humano”.
Contra esta visión distorsionada del ser humano, el Santo Padre destacó que “la convicción de la recta razón y la certeza de fe de que la vida del ser humano, desde la concepción hasta la muerte natural, pertenece a Dios y no a los hombres, le confiere ese carácter sagrado y esa dignidad personal que suscita una única actitud legal y moral correcta, es decir, la del profundo respeto”.
“Nunca podemos desanimarnos en nuestra llamada a la conciencia -dijo-. No seríamos seguidores fieles de nuestro Divino Maestro, si no supiéramos en todas las situaciones, también en las más arduas, llevar nuestra esperanza”.
Y añadió: “Continuad trabajando por el triunfo de la causa de Dios, no con el ánimo triste de quien advierte sólo carencias y peligros, sino con la firme confianza de quien sabe poder contar con la victoria de Cristo”.
Refiriéndose a Brasil, Benedicto XVI destacó: “Vuestro pueblo abriga en el corazón un gran sentimiento religioso y nobles tradiciones, arraigadas en el cristianismo” que los obispos “procuráis mantener, defender, extender, profundizar, vivificar”.
“Al regocijarme vivamente con todo esto -aseguró-, os exhorto a proseguir esta obra de constante y metódica evangelización, conscientes de que la formación verdaderamente cristiana de la conciencia es decisiva para una profunda vida de fe y también para la madurez social y el verdadero y equilibrado bienestar de la comunidad humana”.
Sobre esta cuestión, el Papa indicó también que, “para merecer el título de comunidad, un grupo humano debe corresponder, en su organización y en sus objetivos, a las aspiraciones fundamentales del ser humano”.
“Por eso no es exagerado afirmar que una vida social auténtica empieza en la conciencia de cada uno”, declaró.
Y continuó: “Dado que la conciencia bien formada lleva a realizar el verdadero bien del hombre, la Iglesia, especificando cuál es este bien, ilumina al hombre y, a través de toda la vida cristiana, procura educar su conciencia”.
“La enseñanza de la Iglesia, debido a su origen -Dios-, a su contenido -la verdad- y a su punto de apoyo -la conciencia- encuentra un eco profundo y persuasivo en el corazón de cada persona, creyente o no creyente”, aseguró.
Y añadió: “la cuestión de la vida y de su defensa y promoción no es prerrogativa únicamente de los cristianos”, sino que “pertenece a cada conciencia humana que aspira a la verdad y vive atenta y aprehensiva a la suerte de la humanidad”.
Sobre la defensa de la vida y, tomando como referencia la encíclica “Caritas in veritate”, Benedicto XVI explicó que “hoy, un campo primario y crucial de lucha cultural entre el absolutismo de la técnica y la responsabilidad moral del hombre es el de la bioética, donde se juega radicalmente la propia posibilidad de un desarrollo humano integral”.
Los obispos de la Región Sur 1 de Brasil, la del Estado de São Paulo (donde se encuentra el Santuario de Nuestra Señora Aparecida) son el tercer grupo de obispos brasileños que realiza la visita “ad limina Apostolorum”, después de los de las regiones occidentales y los de la región Nordeste, recibidos por el Papa en Castel Gandolfo los pasados 8 y 17 de septiembre, respectivamente.