jueves, 31 de mayo de 2007

La no violencia, regla de vida del cristiano

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 30 mayo 2007 (ZENIT.org).-
Benedicto XVI propuso este miércoles la «no violencia» como regla de vida para el cristiano, manifestación del triunfo del Espíritu.Llegó a esta conclusión en la audiencia general en la que presentó la figura de Tertuliano, literato, filósofo, teólogo y apologista, nacido en Cartago, actual Túnez, a mediados del siglo II.En su meditación, ofrecida a 32 mil peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, el Papa hizo actual el pensamiento del primer literato cristiano de la historia en latín, que se había convertido a causa del testimonio de los mártires de las persecuciones romanas.Su obra, recordó el Papa, «explica y defiende las enseñanzas y las costumbres de los cristianos; presenta las diferencias entre la nueva religión y las principales corrientes filosóficas de la época; manifiesta el triunfo del Espíritu, que opone a la violencia de los perseguidores la sangre, el sufrimiento y la paciencia de los mártires».«Por más que sea refinada, vuestra crueldad no sirve de nada: es más, para nuestra comunidad constituye una invitación», escribía el autor africano. «Después de cada uno de vuestros golpes de hacha, nos hacemos más numerosos: ¡la sangre de los cristianos es semilla eficaz!», añadía con una frase que pasaría a la historia. «Al final --constató el Papa--, vencen el martirio y el sufrimiento y son más eficaces que la crueldad y la violencia de los regímenes totalitarios».«El cristiano no puede odiar ni siquiera a sus propios enemigos», decía Tertuliano. Con esta frase, el Obispo de Roma volvió a presentar la «consecuencia moral ineludible de la opción de fe que propone la «no violencia» como regla de vida»«Y no es posible dejar de ver la dramática actualidad de esta enseñanza, a la luz del encendido debate sobre las religiones», añadió el pontífice.El Santo Padre recordó que, a causa de su rigorismo, Tertuliano se fue separando paulatinamente de la comunión de la Iglesia hasta pasar a formar parte de la secta del montanismo. Pretendía de los cristianos «en toda circunstancia, y sobre todo en las persecuciones, un comportamiento heroico». «Rígido en sus posiciones, no ahorraba duras críticas y acabó inevitablemente aislándose». «Esta gran personalidad moral e intelectual, este hombre que ha dado una contribución tan grande al pensamiento cristiano, me hace reflexionar mucho», confesó el Papa. «Se ve que al final le falta la sencillez, la humildad para integrarse en la Iglesia, para aceptar sus debilidades, para ser tolerante con los demás y consigo mismo», reconoció.«La característica esencial de un gran teólogo es la humildad para estar con la Iglesia, para aceptar sus propias debilidades, pues sólo Dios es totalmente santo. Nosotros, sin embargo, siempre tenemos necesidad de perdón», concluyó.Con esta meditación, Benedicto XVI continuó con la serie de intervenciones sobre las grandes personalidades de la Iglesia antigua, que había interrumpido a causa de su viaje apostólico en Brasil.

miércoles, 30 de mayo de 2007

De la Carta de Benedicto XVI: Los tres desafíos del mundo globalizado

...El primer desafío atañe al medio ambiente y a un desarrollo sostenible. La comunidad internacional reconoce que los recursos del mundo son limitados y que todo pueblo tiene el deber de poner en práctica políticas encaminadas a la protección del medio ambiente, con el fin de prevenir la destrucción del patrimonio natural cuyos frutos son necesarios para el bienestar de la humanidad.....
...segundo desafío, que implica nuestro concepto de persona humana y, en consecuencia, nuestras relaciones recíprocas. Si a los seres humanos no se les ve como personas, varones y mujeres, creados a imagen de Dios (cf. Gn 1, 26), dotados de una dignidad inviolable, será muy difícil lograr una plena justicia en el mundo. A pesar del reconocimiento de los derechos de la persona en declaraciones internacionales y en instrumentos legales, es necesario progresar mucho para que ese reconocimiento tenga consecuencias sobre los problemas globales, como los siguientes: la brecha cada vez mayor entre países ricos y países pobres; la desigual distribución y asignación de los recursos naturales y de la riqueza producida por la actividad humana; la tragedia del hambre, de la sed y de la pobreza en un planeta donde hay abundancia de alimento, de agua y de prosperidad; los sufrimientos humanos de los refugiados y de los prófugos; las continuas hostilidades en muchas partes del mundo; la falta de una protección legal suficiente para los niños por nacer; la explotación de los niños; el tráfico internacional de seres humanos, armas y drogas; y otras muchas injusticias graves....
...El tercer desafío concierne a los valores del espíritu. Urgidos por preocupaciones económicas, tendemos a olvidar que, al contrario de los bienes materiales, los bienes espirituales, que son típicos del hombre, se extienden y se multiplican cuando se comunican. A diferencia de los bienes divisibles, los bienes espirituales, como el conocimiento y la educación, son indivisibles, y cuanto más se comparten, más se poseen.
...Para afrontar estos desafíos sólo el amor al prójimo puede inspirar en nosotros la justicia al servicio de la vida y de la promoción de la dignidad humana. Sólo el amor dentro de la familia, fundada en un hombre y una mujer, creados a imagen de Dios, puede asegurar la solidaridad inter-generacional que transmite amor y justicia a las generaciones futuras. Sólo la caridad puede estimularnos a poner una vez más a la persona humana en el centro de la vida de la sociedad y en el centro de un mundo globalizado, gobernado por la justicia.

domingo, 27 de mayo de 2007

La Iglesia es una, santa, católica, apostólica… y misionera

«Habla todos los idiomas» y «sale al encuentro de todas las culturas»
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 27 mayo 2007 (ZENIT.org).- La Iglesia es una, santa, católica, apostólica… y misionera, ha explicado Benedicto XVI en el domingo de Pentecostés.La Iglesia «habla todos los idiomas» y «sale al encuentro de todas las culturas», subrayó antes de rezar la oración mariana del «Regina Caeli», hablando desde la ventana de su estudio.En su intervención ante miles de fieles reunidos en la plaza de San Pedro, el Papa consideró que «la Iglesia tuvo su inicio solemne con la venida del Espíritu Santo». En aquel acontecimiento, cincuenta días después de la resurrección de Jesús, el Papa individuó «las características esenciales de la Iglesia»: una, santa, católica y apostólica.El obispo de Roma añadió a estas características, otra: «la Iglesia, por su misma naturaleza, es misionera, y desde el día de Pentecostés el Espíritu Santo no deja de incitarla a echarse a los caminos del mundo, hasta los últimos confines de la tierra y hasta el final de los tiempos». El sucesor del apóstol Pedo ve un símbolo del carácter misionero de la Iglesia «en la entrega del Evangelio de los judíos a los paganos, de Jerusalén a Roma». «Roma hace referencia al mundo de los paganos y, de este modo, a todos los pueblos que están fuera del antiguo pueblo de Dios», aclaró. «En efecto, los Hechos de los Apóstoles concluyen con la llegada del Evangelio a Roma». «Se puede decir entonces que Roma es el nombre concreto del carácter católico y misionero, expresa la fidelidad a los orígenes, a la Iglesia de todos los tiempos, a una Iglesia que habla todos los idiomas y que sale al encuentro de todas las culturas», aseguró.Benedicto XVI concluyó su intervención pidiendo la oración de los fieles «para que el Espíritu Santo descienda en abundancia sobre la Iglesia de nuestro tiempo, llene los corazones de todos los fieles y encienda en ellos --en nosotros-- el fuego de su amor».

sábado, 26 de mayo de 2007

Palabras de despedida de Benedicto XVI de Brasil

Lunes 14 de mayo de 2007
Señor vicepresidente
Al dejar esta tierra bendita de Brasil, se eleva en mi alma un himno de acción de gracias al Altísimo, que me permitió vivir aquí horas intensas e inolvidables, con la mirada dirigida a la Señora Aparecida que, desde su Santuario, presidió el inicio de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. En mi memoria quedarán para siempre grabadas las manifestaciones de entusiasmo y de profunda piedad de este pueblo generoso de la Tierra de la Santa Cruz que, junto a la multitud de peregrinos provenientes de este Continente de la esperanza, supo dar una poderosa demostración de fe en Cristo y de amor por el Sucesor de Pedro. Pido a Dios que ayude a los responsables, sea en el ámbito religioso o en el civil a imprimir un paso decidido a aquellas iniciativas, que todos esperan, para el bien común de la gran Familia Latinoamericana. Mi saludo final, colmado de gratitud, va para el Señor Presidente de la República, para el Gobierno de esta Nación y del Estado de Sao Paulo, y para las demás autoridades brasileñas que tantas pruebas de delicadeza me quisieron dispensar en estos días. Estoy también agradecido a las autoridades consulares, cuya diligente actuación facilitó sobremanera la participación de las propias Naciones en estos días de reflexión, oración y compromiso por el bien común de los participantes en este gran evento. Un particular pensamiento de estima fraterna lo dirijo, con profundo reconocimiento, a los Señores Cardenales, a mis hermanos en el episcopado, a los sacerdotes y diáconos, religiosos y religiosas, a los organizadores de la Conferencia. Todos aportaron para hacer brillar estas jornadas, dejando a cuántos en ellas participaron llenos de alegría y de esperanza -¡«gaudium et spes»!- en la familia cristiana y en su misión en medio a la sociedad. Tened la certeza de que os llevo a todos en mi corazón, de donde brota la Bendición que os concedo y que hago extensiva a todos los Pueblos de América Latina y del Mundo.
¡Muchas gracias!

jueves, 17 de mayo de 2007

Del Mensaje del Papa a los jóvenes en el Estadio de Pacaembu


"Mi pedido hoy, a vosotros jóvenes, que vinisteis a este encuentro, es que no desaprovechéis vuestra juventud. No intentéis huir de ella. Vividla intensamente, consagradla a los elevados ideales de la fe y de la solidaridad humana. Vosotros, jóvenes, no sois apenas el porvenir de la Iglesia y de la humanidad, como una especie de fuga del presente, por el contrario: sois el presente joven de la Iglesia y de la humanidad. Sois su rostro joven. La Iglesia necesita de vosotros, como jóvenes, para manifestar al mundo el rostro de Jesucristo, que se dibuja en la comunidad cristiana. Sin el rostro joven la Iglesia se presentaría desfigurada"

miércoles, 2 de mayo de 2007


"Ubi Petrus, ibi Ecclesia”