sábado, 27 de marzo de 2010

La familia es central para la vida de una sociedad sana, indica el Papa


CIUDAD DEL VATICANO, viernes 26 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- La familia es central, fundamental, para la vida de una sociedad sana, indicó Benedicto XVI este jueves al recibir en el Vaticano a los obispos de los Países Escandinavos, en visita ad Limina.
“Uno de los mensajes más importantes que la gente de las tierras nórdicas necesita escuchar de vosotros es un recordatorio del carácter central de la familia para la vida de una sociedad sana”, les dijo.
El Papa advirtió que “lamentablemente, en los últimos años hemos asistido a un debilitamiento de la institución del matrimonio y de la comprensión cristiana de la sexualidad humana que durante tanto tiempo sentaron las bases de las relaciones personales y sociales en la sociedad europea”.
Defendió el derecho de los niños “a ser concebidos y llevados en las entrañas” de sus madres, y “a ser “traídos al mundo y educados en el matrimonio”.
“Es a través de la relación segura y reconocida de sus propios padres como pueden descubrir su identidad y alcanzar su propio desarrollo humano”, afirmó citando la instrucción Donum Vitae.
En este sentido, el Papa afirmó que “en las sociedades con una noble tradición de defensa de los derechos de todos sus miembros, sería de esperar que este derecho fundamental de los niños fuera prioritario, por encima de cualquier supuesto derecho de los adultos a imponerles modelos alternativos de vida familiar, y ciertamente de cualquier supuesto derecho al aborto”.
En su discurso a los obispos de los Países Escandinavos, Benedicto XVI también abordó la cuestión de la inmigración.
Les pidió asegurarse de “ayudar a esos nuevos miembros de vuestras comunidades a profundizar su conocimiento y comprensión de la fe a través de programas oportunos de catequesis”.
“Al desempeñar vuestra responsabilidad de promover estas vocaciones -les dijo, refiriéndose al sacerdocio y a la vida religiosa- estad seguros de dirigiros tanto a los nativos como a las poblaciones inmigrantes”.
Y aseguró: “Del corazón de cualquier comunidad católica sana, el Señor siempre llama a hombres y mujeres a servirle de esta manera”.
Advirtió que “en el proceso de integración en sus países de acogida, deben ser animados a no distanciarse de los elementos más preciosos de su propia cultura, particularmente su fe”.
“El componente inmigrante de la población católica de las tierras nórdicas tiene necesidades propias, y es importante que vuestra pastoral con las familias les incluya, para favorecer su integración en la sociedad”, dijo.
Y señaló que los Países Escandinavos “han sido especialmente generosos con los refugiados de Oriente Medio, algunos de los cuales son cristianos de Iglesias Orientales”.
En un ámbito más general, el Pontífice animó a los obispos a llevar a toda la gente de sus países el mensaje social y ético de la Iglesia.
Aplaudió algunas de sus iniciativas en este sentido, como el Congreso sobre la Familia que se celebrará el próximo mes de mayo en Jönköping, la carta pastoral The Love of Life [El amor de la vida n.d.t.] y el establecimiento del Instituto Newman en Uppsala.
Y destacó la importancia de llevar a cabo con vigor un cuidado pastoral de las familias y los jóvenes, con especial atención hacia los que han vivido dificultades por la crisis financiera, y sensibilidad hacia los numerosos matrimonios en los que sólo un cónyuge es católico.
“Aunque la población católica de vuestros territorios constituye sólo un pequeño porcentaje del total, está creciendo, y al mismo tiempo un buen número del resto escucha con respeto y atención lo que la Iglesia tiene que decir”, afirmó.
Sobre la realidad de la Iglesia en los Países Escandinavos, indicó: “Vuestro rebaño es pequeño en número, y extendido en una amplia zona”.
“Muchos tienen que viajar grandes distancias para encontrar una comunidad católica en la que rendir culto”, constató.
“Es muy importante que se den cuenta de que, cada vez que se reúnan en torno al altar para el sacrificio eucarístico, están participando en un acto de la Iglesia universal, en comunión con los católicos de todo el mundo”, afirmó.
“El hecho de que cada vez más de vosotros, obispos de las tierras nórdicas, seáis originarios de los países en los que servís es un signo claro de que el Espíritu Santo está trabajando entre las comunidades católicas ahí”, destacó.
“Dedicad vuestras energías a promover una nueva evangelización entre la gente de vuestros territorios”, les animó, destacando la importancia de la actividad ecuménica.
Les pidió dar “especial prioridad a la animación y apoyo de vuestros sacerdotes, que a menudo tienen que trabajar aislados unos de otros y en circunstancias difíciles para administrar los sacramentos al pueblo de Dios”.
También que comprueben que los candidatos al sacerdocio “están bien preparados para esta tarea sagrada”.
Y finalmente que se aseguren “de que los fieles laicos aprecien lo que sus sacerdotes hacen por ellos, y les ofrezcan el ánimo y apoyo espiritual, moral y material que necesitan”.